Calderas de Palacios

Las Calderas del río Palazuelo

Las suaves laderas que caracterizan la vertiente sur occidental de la Sierra de Neila esconden uno de los más bellos y significados tesoros paisajísticos de la provincia de Burgos: Las Calderas. 


Con este sonoro nombre se conoce un singular relieve en el que se suceden una serie de formaciones rocosas, esculpidas por el agua, el hielo y el viento, y dominadas por caprichosas figuras pétreas, encajados callejones, pequeños abrigos y profundas marmitas de gigante.


Las Calderas se sitúan en el límite de los términos municipales del Valle de Valdelaguna y Palacios de la Sierra y en el rincón más escondido de la vertiente sur occidental de la Sierra de Neila. 


Sus llamativas formas exokársticas se han originado por la acción constante del agua, ayudada por el hielo y el viento, en las areniscas y pudingas cementadas por carbonato cálcico que afloran en la zona. 


Estas rocas jurásicas estratificadas, que se comportan de manera parecida a las de cualquier Karst clásico, han dado lugar a una serie de espectaculares relieves que se descubren a lo largo de los primeros kilómetros del curso del arroyo Palazuelo. 


En Las Calderas, la erosión diferencial de los carbonatos ha creado rocas de caprichosos y redondeados perfiles, ha excavado encajados barrancos y abierto estrechos callejones, creando cornisas e inaccesibles y redondeadas marmitas de gigante. 


Estas últimas formaciones geológicas en forma de poza son las que le dan el nombre al paraje de Las Calderas.


El agua del arroyo Palazuelo es también protagonista de este inusual paisaje y serpentea entre las rocas, salta en cascadas y se remansa en profundas y transparentes pozas. 


Además es en su corriente donde se localiza el más señalado representante de la fauna de Las Calderas: el desmán de los Pirineos. 


Así mismo en sus alrededores destaca la presencia de numerosos ciervos y de tres escasas aves: el acentor alpino, el verderón serrano y la perdiz pardilla. 


La vegetación de Las Calderas se va modificando según la altitud. En su parte superior, sobre los 1.880 metros, reinan los cevurnales y pastizales de alta montaña, que al ir descendiendo son sustituidos por piornales y brezales. Más abajo, en torno a los 1.600 metros, aparecen los primeros ejemplares de pino albar, que poco a poco se irán adueñando del todo el conjunto.

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